Las leyendas del Madrid árabe

¿Sabías que a los madrileños se les llama «gatos»? ¿O que en el Palacio Real habitan fantasmas que hablan árabe?. ¿Y de aquel asesino cuyo espíritu atormentaba a los vecinos de La Morería? Ninguna ciudad crece aislada de sus leyendas. Madrid tampoco. Más o menos novelescas, estas historias articulan su identidad. Y 750 años de presencia de musulmanes explican muchas de ellas. Son las leyendas del Madrid árabe.

Muchas nacidas al albur de la capitalidad en 1561. Por eso, hay leyendas donde lo islámico es lo malo, lo invasivo, lo extraño. ¿Para qué?. Para cristianizar Madrid y empoderarla como bastión contra los infieles. Las fábulas como herramienta de propaganda histórica. Reformular o inventar lo acontecido siglos atrás. Para legitimar estas historias se plasmaron por escrito. Véanse los legendarios San Isidro y la Virgen de la Almudena. Otras en cambio son más banales, fruto de la oralidad, pero todas ensalzan los valores cristianos frente a los islámicos. En juego la Marca Madrid.

Los madrileños son gatos

Pero ninguna es tan castiza como la de los gatos madrileños. La más popular de las leyendas del Madrid árabe. Corría el año 1085 cuando las tropas de Alfonso VI sitiaron Mayrit. Un joven soldado tomó su daga y escaló la muralla islámica. Cambió la bandera de la media luna (que no existía entonces en el Islam) por la cristiana. Una vez arriba permitió el acceso del resto. Asombrado con tal hazaña, el monarca exclamó que aquel valeroso soldado había trepado como un gato. Al héroe le gustó el apodo y desde entonces, él y los suyos cambiaron el nombre familiar. Se convirtió, según la tradición, en un linaje popular. Juan Alvarez Gato sería un ejemplo aunque sin contrastar.

Es frecuente encontrar gatos en la muralla árabe «contextualizando» la leyenda.
(Foto, Rafael Martínez)

Esta es la leyenda en esencia, aunque está sometida a los vaivenes de la oralidad. O lo que es lo mismo, conviven versiones más o menos adornadas. Peter y Marco Besas hablan de un adolescente que se cuela en el ejército cr istiano ansioso por luchar contra los infieles. Por eso, gato iría ligado a “cualquier persona valiente de Madrid”.

El catedrático de la Universidad Complutense Luis Enrique Otero, cuenta que “hay muy poca documentación de ese periodo de la historia y que los orígenes del apodo son imprecisos.”. No obstante, “las crónicas de la época ( ¿Cuales? Madrid tiene un vacío documental en el siglo XII) hablaban de la hazaña del soldado y es muy probable que fuera cierta, aunque seguramente la adornaran bastante”.

La Cuesta de la Vega, donde la leyenda sitúa la hazaña del valeroso soldado. Hace un milenio el árabe fue la lengua materna de los primeros madrileños. Hoy resucita en su monumento más emblemático.
(Foto, Rafael Martínez)

Su opinión no tiene en cuenta que Madrid no fue tomada por las armas, pues los historiadores coinciden en que fue entregada. Capituló en un pacto entre Alfonso VI y el rey taifa de Tulaytula (Toledo) Al Qadir. De ahí que pase por más leyenda para aderezar la mal llamada Reconquista que otra cosa. La duda es más que razonable habida cuenta de la propaganda de la época por subordinar y despreciar la huella islámica de la ciudad.

Otero ve “irrevocable” que hubo una familia en Madrid, en teoría la del ágil soldado, que cambió su apellido a Gato y «su escudo familiar incluía una daga y un muro». Pero ese rastro se perdió y, en cambio, la heráldica de aquellos que tienen el apellido Gato es muy distinta entre sí y ninguna coincide con la que sugiere el catedrático.

Dibujo del hipotético escudo que se atribuye al primer línaje de «gatos» de Madrid.
(Foto, El Economista)

Entonces, ¿cuantos “gatos” quedan en Madrid?. La tradición consideró “gatos” a los madrileños valientes pero luego se extendió a los nacidos en Madrid con dos generaciones de madrileños, es decir, los cuatro abuelos y los dos padres. Aunque según el INE aquellos con el apellido Gato son 3.380 en España y curiosamente ¡Zamora y Lugo tienen más gatos que la capital!

¿Canibalismo en Madrid?

La historia de la Puerta de Moros, en La Morería, encaja en la categoría de leyendas del Madrid árabe. De origen incierto, se cuenta que al caer la noche se escuchaban lamentos, aullidos y gritos de procedencia desconocida. Algunos los atribuyeron al diablo, otros a un musulmán arrepentido tras bautizarse y también se insinuó que eran aquellos que perdieron la vida sin bautizar. ¡Qué equivocados estaban todos!.

La Puerta de Moros era el acceso de la muralla cristiana al barrio de La Morería
(Foto, Rafael Martínez)

Un grupo de cristianos hizo frente a esta situación colocando una cruz bajo la puerta. De repente un día, tres fantasmas pasaron por debajo y susurraron un nombre. Las autoridades dieron con un ciudadano que confesó haber matado a tres de sus hijos para devorarlos. Dijo que tenía hambre. Con su muerte, azotado, cesaron los lamentos.

Este barrio se vincula con otras leyendas del Madrid árabe, cuyo orígenes se desconocen. Una lo recuerda la placa de la Cava Alta, que alude a un pasadizo por el que los habitantes de Mayrit entraban y salían de la ciudad amurallada. Las cavas, en realidad, fueron los fosos de la muralla cristiana. Otra calle, Tabernillas, da cuenta de que presuntamente aquí los musulmanes vendían vinos de Parla, por no poder hacerlo intramuros. Y para cerrar este capítulo, recordar el camposanto islámico y las leyendas urbanas que hablaban de esqueletos de moros que aparecían por doquier, cada vez que se acometían unas obras.

La leyenda habla de que las cavas se mantuvieron en Madrid durante siglos como vías de escape y que tuvieron que ser cegadas para evitar que fueran refugio de maleantes
(Foto, Rafael Martínez)

Voces árabes en el Palacio Real

Siguen los fantasmas. Nochebuena de 1734. El alcázar arde en llamas debido a un incendio que jamás se supo cómo se originó. El 25 de diciembre amanece calcinado. Se cuenta que durante el fuego se escucharon voces en árabe de gozo y satisfacción, aunque la historia no termina ahí. Felipe V mandó erigir el nuevo Palacio Real pero los obreros dieron parte de gritos en una lengua extraña. No era otra que el árabe.

El miedo se apoderó de los trabajadores. Corría el rumor de que un obrero había muerto al precipitarse por unas escaleras, empujada por fantasmas. Incluso se decía que los madrileños evitaban pasar cerca para no estar a la merced de esos espíritus. Una historia que hundía sus raíces en los Avisos del Madrid de los Austrias (1658) de Barrionuevo, quien reveló que el edificio se asentaba en una ladera habitada antaño por duendes, brujas y fantasmas. Con los años, la oralidad les transformó en musulmanes, aunque otras versiones evitaron la estigmatización.

La fachada principal del Real Alcázar fue construida por Juan Gómez de Mora en 1636 pero la meridional (a la izquierda) bien pudiera corresponder al primitivo al-qasr musulmán de Mayrit
(Vista del Alcazar de Madrid, de Félix Castello, siglo XVII)
Museo de Historia de Madrid

«Muchos días ha que se oyen golpes en palacio, a pausas, desde la media noche hasta que llega el día, y conforme se van llegando a ellos, se van apartando (…) el desvelo y miedo de las damas es grande, yéndose los unos y otros a juntar en los aposentos grandes a pasarlo en compañía. La preocupación del rey no es poca, ni los guardias que se ponen menos, y a mediodía se han visto menear los escritorios. Los juicios son varios, y parecen presagios no buenos… Dios sabe lo que es».

La leyenda cogió tal fuerza que hasta el rey tuvo que mandar exorcizar el palacio. Pero queda un poso. La sensación de que los primeros moradores nunca lo han abandonado, de que el árabe se sigue escuchando, pues no hay que olvidar que el palacio se levanta sobre el alcázar, supuesto heredero de una primera construcción islámica. Ahí siguen.

Mis muros de fuego son

El lema fundacional de Madrid. La historia cuenta las andanzas del Marco Polo madrileño, Don Rui González de Clavijo, quien encabezó en 1403 una embajada de Enrique III de Castilla a Samarcanda (Uzbekistán). Entre medias 7.000 kilómetros. Allí, esperaba el gran Tamerlán y una esperada alianza contra los otomanos. Timur Lang (nombre real) deslumbró al decirles «mira esta ciudad y la fortaleza de sus murallas». Entonces, Clavijó le respondió.

«No te admires, oh gran señor, de las cosas que me has mostrado, porque el gran león de España, mi señor, tiene una ciudad, que la llama Madrid la Ursaria (tierra de osos), mucho más fuerte que ésta, por estar cercada de fuego y fundada sobre agua, a la cual se entra por una puerta cerrada, y hay en ella un tribunal donde los alcaldes son los gatos; los procuradores, los escarabajos; y andan por las calles los muertos»

Clavijo partió el 22 de mayo de 1403 de El Puerto de Santa María y llegó a Samarkanda el 8 de septiembre de 1404.
(Dibujo de
Guy le Strange en Embassy to Tamerlane, 1403-1406, 1928)

Esta anécdota la refiere Juan López de Hoyos en el XVI. Luego tomó otro aire. Porque el lema de Madrid «Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son, esta es mi insignia y blasón» se nutre de esta historia de Clavijo. Viene a recordar la fundación de Madrid por los musulmanes sobre un terreno rico en agua. Y presume de las murallas islámicas cuando los impactos nocturnos de las flechas cristianas provocaban destellos como fuego. Entra así en las leyendas del Madrid árabe.

El primer emblema de la villa, supuestamente datado en el XII (antes incluso del escudo de la osa), recoge esta cita, que Clavijo novelaría después ante Tamerlán. López de Hoyos dió cuenta de toda la secuencia en su «Declaración de las armas de Madrid y algunas antigüedades». Por el camino, casi 400 años de historia. ¿Acaso todo lo creó él?

En plena movida, Alberto Corazón dibujó un mural en la plaza de Puerta Cerrada con el primer lema de Madrid. Hoy es uno de los símbolos de la villa. Esta imagen llegó a ser portada de la prestigiosa revista Newsweek en un reportaje que dedicó a la ciudad.
(Foto, Rafael Martínez)

Historias de «moros«

Menos conocidas son las leyendas del Madrid árabe articuladas en torno a «los moros». Un ejemplo es lo acontecido en los Jardines del Campo de Moro. Ya hemos explicado la historia de este lugar sobre los intentos de reconquista de los musulmanes. La leyenda popular habla de un feroz ataque que forzó a los cristianos a refugiarse entre los muros del alcázar, mientras los mahometanos esperaban fuera su rendición. Pero el mito cristiano late fuerte en este lugar gracias a la Virgen de la Almudena, pues ella «expulsó» a los musulmanes que sitiaban el alcázar al enviar un epidemia de peste que, curiosamente, solo afectó a los invasores. ¡La virgen que derrotó al Islam!, dirán.

Los Jardines del Campo del Moro se sitúan en la antigua almuzara, que procede del árabe ‘al-musara’. Se trataba de un lugar extramuros de recreo y paseo.
(Foto, Rafael Martínez
)

La intervención divina protagoniza la inverosímil historia de la calle Espíritu Santo, ya en el cajón de leyendas del Madrid árabe. Toma su nombre de una fábula de tiempos de Felipe III, «porque el tercer día de Pascua del Espíritu Santo cayó una exhalación que redujo a cenizas tres o cuatro casucas habitadas por moros y gente de mal vivir».

En memoria del suceso con los «moros» se colocó hizo colocar una cruz de piedra con una paloma, en representación del Espíritu Santo que se conservó hasta 1820.
(Foto, Rafael Martínez)

Moros hubo en Barajas. En las relaciones histórico-geográficas de los pueblos de España de Felipe II se asume esta historia como verídica. «Se ha tenido por común opinión y cosa cierta, que en tiempos que los moros ocuparon a Castilla, fue señor de este pueblo un señalado moro, llamado Baraxa, y por ser hijo de una mora llamada Axa puso su nombre al pueblo».

Aunque entre leyendas del Madrid árabe, ninguna como la del cocodrilo de la iglesia de San Ginés. Cuenta Pedro de Répide que después de «habían robado su sacristía los moros y los judíos» en el siglo XIV, el rey Pedro I ordenó a los ladrones que se arrojaran a un barranco, cerca de la Plaza de Isabel II. Al fondo les esperaba un enorme caimán, listo para devorarles, que terminó sus días a los pies de la capilla de la Virgen de los Remedios.El caso es que hubo caimán, expuesto allí hasta que «ardió» en llamas por el incendio de 1824. Se colocó luego un molde de escayola, que fue retirado hace unos años.

Capilla de Nuestra Señora del Castillo, anteriormente dedicada a la Virgen de los Remedios. A los pies la urna donde estaba el lagarto
(Foto, web de la Iglesia de San Ginés)

San Isidro y la Virgen de la Almudena

Las figuras más castizas de la ciudad tampoco son ajenas a las fábulas. Son leyendas del Madrid árabe. De San Isidro se puede profundizar con más detalle en este artículo. De modo muy sintético, se le atribuye el milagro póstumo de guiar a las tropas cristianas en la victoria de Navas de Tolosa contra los musulmanes, el principio del fin de Al Andalus.

San Isidro trabajó al servicio de Juan de Vargas, que aparece arrodillado, justo cuando el santo hace salir agua del suelo para calmar la sed a su señor.
(San Isidro Labrador de Jusepe Leonardo Chabacier, 1625)
Museo Goya Zaragoza

La patrona le disputa el protagonismo. Sus leyendas se detallan aquí. De forma breve, la primera habla de una virgen escondida ante la llegada de los musulmanes a la Península por unos madrileños, que no existían, en una muralla jamás construida. Hallada 400 años después, tras liberarse Madrid del yugo del Islam. La segunda leyenda añade al apóstol Santiago que «apadrina» una figura traída desde Jerusalén. Y para coronarse, se cuenta que El Cid (heredero de Pelayo en los altares de la Reconquista) liberó Madrid a petición de su patrona.

San Isidro y La Almudena comparten un titular: la Fe que sobrevivió al Islam.

La aparición de la Virgen tras caerse una torre de la Almudayna andalusí el 9 de noviembre de 1085.
(Grabado de Juan Garrafa, siglo XIX
)

Bibliografía

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