Restaurante libanés Shukran
Materia prima mediterránea para una propuesta culinaria esencialmente libanesa. Esta es la carta de presentación del restaurante Shukran, una apuesta segura en el universo gastronómico árabe de Madrid no sólo por la fusión entre tradición y modernidad que proponen sus platos sino por la experiencia que supone comer en este local, uno de los más populares, merecidamente, para los amantes de la gastronomía del Medio Oriente en la capital.
Shukran ya no es solo un restaurante ni siquiera una marca, es un patrimonio del panorama culinario madrileño. Se lo ha ganado a pulso. Y en apenas cinco años, puesto que el primer restaurante del grupo abrió sus puertas en 2011, el ubicado en Casa Árabe (con su terraza de verano) ya que existe otro en la calle Miguel Ángel de similares características. Y ya en 2013 llegó Shukran City, un espacio dirigido a un público más joven, con precios más asequibles y situados cerca de zonas de oficinas (Castellana, Tres Cantos, Sanchinarro y Ventas).
Shukran fusiona vanguardia y tradición
Distintos conceptos que parten de un mismo origen, que no es otro que la cocina mediterránea, de marcada influencia turca, griega y española, pero preparada al estilo libanés. Aquí se nota la mano del chef ejecutivo, Hassan Karsifi, que ha apostado por conectar los sabores e ingredientes de nuestras cocinas para crear un producto final tan innovador como tradicional, tan profundamente libanés como mediterráneo.
Porque en Shukran no se viene únicamente a comer sino a vivir una auténtica experiencia con los cinco sentidos. «Nuestra intención es que cada vez que entren aquí, sea un viaje a El Líbano, una experiencia diferente no solo por la comida sino por algo más, por algo que no olvidarás», destaca Cristina García, asistente de comunicación del grupo. ¿ Y cómo se consigue?. Deconstruyendo el concepto de una comida hasta el punto de que aquí no existen primeros ni segundos, ni platos principales. La esencia de Shukran se basa en compartir, el orden lo marcas tu.
Sin salirme del guión pedimos un Hummus, exquisito. Probablemente el mejor que he comido en Madrid sino fuera porque la otra crema de pimientos, granada y nueces, llamada Muhammara, eran tan buena o mejor. Después vino el Kebbe (abajo), una especia de albóndiga de carne triturada con sémola de sésamo y por último el Rakayek, un rollito de queso libanés con mermelada de tomate. Sobresaliente el juego de texturas y aromas.
La carta de Shukran es un homenaje al Líbano y el Mediterráneo
Bien es cierto que es muchos casos se trata de una comida frita pero lejos de considerarse una comida pesada. La preparación de los platos es equilibrada y los ingredientes se antojan frescos. Y la presentación a la altura de lo servido. Olvidé mencionar el postre, esos dulces árabes conocidos como baklawas (abajo). Aquí confieso ser parcial, mi adicción hacia ellos me delata.
Acostumbro a beber agua en las comidas, pero la próxima vez no dejaré pasar la ocasión de degustar los vinos libaneses, cuya leyenda habla de blancos suaves y tintos con mucho cuerpo. Más caros que los españoles al tratarse de productos de importación. Eso sí probablemente repita el hummus (abajo), el plato más demandado junto con las ensaladas. Al probarlos, uno se da cuenta de que no es casualidad.
En cuanto a los precios, el restaurante Shukran ronda de media los 18 euros por persona mientras que Shukran City se queda en unos 14 euros. No está de más recordar que todos los restaurantes del grupo gozan de la certificación halal, apta para los musulmanes, quienes se sentirán sorprendidos al ver como platos aparentemente familiares son capaces de transformarse en un concepto vanguardista pero fiel a la tradición. Ese es el carácter de Shukran, tomar el ejemplo de las cocinas mediterráneas, conectarlas y arriesgarse con ello. Merece la pena vivir la experiencia.
Calle Alcalá 62
Barrio de Recoletos (Distrito de Salamanca)
Metro: Príncipe de Vergara y Retiro.
BUS: 1,2,9,15,19,20,28,51,52,74,146,202.