La epigrafía árabe de Madrid
Darir ibn Ibrahim falleció el 20 de Ramadan de 308, es decir, el 21 de febrero del 921. Nada más sabemos de la vida y obra de este personaje. Pero su nombre va ligado a la historia de Mayrit, por aparecer en una estela sepulcral. Esta lápida es el ejemplo más importante de epigrafía árabe hallada en Madrid, con pocas pero relevantes piezas con caracteres árabes.
La estela presume de ser la única inscripción árabe monumental de cronología andalusí encontrada en Madrid. La otra es un alfiz de yeso con la expresión «al-mulk li-llah» pero de cronología mudéjar. El árabe también figura en cuatro fragmentos de huesos con el alifato y la «bismillah». Mención aparte merece la epigrafía decorativa sobre cerámicas, sin una función textual, de la que sobresalen dos ataifores con la palabra «al-mulk». O las expresiones en árabe que figuran en las monedas islámicas.
La lápida fue encontrada en los años noventa tras el derribo de un edificio en las inmediaciones del Palacio Real. Era propiedad de un particular. Ahora bien, se desconocen las circunstancias de su hallazgo y porqué terminó en manos de esta persona. Un halo de misterio rodea a esta pieza, porque su antiguo propietario no dio apenas detalles. Simplemente, se limitó a venderla al Museo Arqueológico Regional, en Alcalá de Henares.

Edificio junto al Palacio Real (siglo X)
Museo Arqueológico Regional
(Foto, María Antonia Martínez Núñez)
En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso. Este es el sepulcro de Darir b. Ibrahim. Murió, Dios tenga misericordia de él, el diurno del sábado, a veinte días pasados de ramadán, que fue del año ocho y trescientos [20 de ramadán del 308/2 de febrero del 921], y refresque (Dios) su tumba. La vida está en la paz de Dios
La lápida emiral del Madrid andalusí
María Antonia Martínez Núñez, especialista en epigrafía árabe de la Universidad de Málaga, se ocupó de su estudio y traducción: una lápida rectangular de piedra caliza, deteriorada y partida en dos fragmentos. Mide 41 cm de altura x 26 cm de ancho y entre 9,9 y 4,2 cm de grosor. Cuenta con una inscripción en relieve en caracteres árabes de estilo cúfico arcaico, típico del Emirato (756-929) y restos en el fondo de una coloración rojiza.
Ella llegó a la conclusión de su enorme interés histórico por ser el único caso de epigrafía árabe monumental del Madrid andalusí, por su forma y porque, en el Emirato y fuera de Córdoba, es excepcional el uso de estelas funerarias. Solo se han hallado tres. Dos en Almería y la de Madrid.
Por sus características, la estela apunta a que el cementerio islámico, bajo la Plaza de la Cebada hacia el sur, debió tener cierta entidad durante el Emirato (ocho de las 43 tumbas halladas son de esta etapa). La arabista lo estima así porque presenta los elementos típicos de los epitafios de zonas urbanas, por lo que Darir (nombre poco habitual en Al Andalus) bien podría ser alguien de alto rango y contribuir, así, a reforzar el carácter de ciudad de Madrid.

(Foto, María Antonia Martínez Núñez)
A ello se suma el arabista Daniel Gil Benumeya, coordinador científico del Centro de Estudios del Madrid Islámico, que opina que a finales del Emirato, Madrid pudo alcanzar ya cierto grado de desarrollo urbano. Y es que la fecha de la lápida (921) es cercana en tiempo a la denominación de civitas que le da el obispo Sampiro en el 936, y la de madina que utiliza Ibn Hayyá en el 940 .
No obstante, Madrid se fundó entre el 852 y 871 y durante las primeras décadas debió funcionar como un emplazamiento militar. Y el primer gobernador nombrado que aparece como tal fue Abd Allah ibn Muhammad ibn Ubayd Allah en el 929/930, cuando echa a andar el Califato.
De ahí, las dudas sobre un cementerio de entidad en la época emiral, pues si los gobernadores llegan con Abd al-Rahman III, es probable que el desarrollo urbano se disparase desde entonces. Aunque cabe pensar que estos altos cargos llegaron porque a finales del Emirato, Madrid ya había alcanzado relevancia.
Otra variable es que los alrededores de la Plaza de Oriente, donde fue hallada, fuera su emplazamiento original, cerca del núcleo originario de Madrid. Y de esta forma se relacionara con la hipótesis de la Huesa el Raf, una segunda necrópolis islámica de la que hablan fuentes medievales cristianas, pero de la que no hay rastro pese a las excavaciones en la zona.
Un epígrafe árabe en la almudayna
El otro ejemplo de epigrafía árabe monumental de Madrid es un fragmento de alfiz de yeso, hallado en las excavaciones de la Plaza de la Armería. Franqueaba la puerta de una de las seis casas medievales descubiertas (islámicas y judías) cuyo acceso daba al paseo de ronda, donde se encontró caído en la calle. Fue consolidado en el Instituto de Patrimonio Histórico del Ministerio de Cultura y está en el Arqueológico Regional.

Plaza de la Armería (siglos XII-XIII)
Museo Arqueológico Regional
(Foto, Esther Andreu. Arqueomedia)
La inscripción, en caracteres cúficos y pintada en negro, reproduce la expresión «al-mulk li-llah» (el poder pertenece a Dios). Pese a hallarse en la «almudaina» (pequeña ciudad o ciudadela), la arqueóloga Esther Andreu lo fecha a finales del XII o principios del XIII, esto es la etapa de dominio cristiano, de manera que lo relaciona con la comunidad mudéjar de la villa y no con el Madrid andalusí, que se corresponde con entre el 852 y 871 al 1085.
Huesos de vaca con epigrafía árabe
Al margen de estos dos ejemplos de epigrafía árabe arquitectónica, se encontraron fragmentos de hueso (vaca) con inscripciones en árabe. Existen 27 en Al Andalus, generalmente en escápulas u omóplatos por sus grandes dimensiones y forma plana. Hay cuatro ejemplos en Madrid.

Plaza del Rollo (siglo X al XII)
Museo Arqueológico Regional
Tres de los huesos contienen parte del alifato (alfabeto árabe) y otro lleva grabado el inicio de la advocación bismillah, (en el nombre de Allah). Esta frase da inicio a las suras del Corán con la fórmula bismillah ir-Rahman ir-Rahim (en el nombre de Allah, el clemente, el misericordioso). Proceden de cuatro silos en la calle Angosta de los Mancebos, Plaza del Rollo, Cava Baja 30 y calle Amnistía. Datados entre el siglo X y principios del XII.
Por su contenido, serían soportes a modo de tablilla para prácticas de escritura. Otra interpretación los presenta como amuletos para conservar el cereal almacenado en los silos. Dos de ellos se exhiben en el Museo de San Isidro y en el Arqueológico Regional.

Calle Angosta de los Mancebos (siglos X-XI)
Museo de San Isidro. Los orígenes de Madrid
(Foto, Daniel Gil-Benumeya)
La epigrafía decorativa en cerámicas
Precisamente en ambos museos se pueden ver también piezas con epigrafía árabe, pero decorativa y aplicada sobre cerámicas, con una finalidad doméstica. No está enfocada a una función textual (informativa, religiosa, didáctica) sino que son textos utilizados como motivo decorativo, hasta tal punto que a menudo resulta difícil de leer, señala Gil Benumeya.
Destacan sendos ataifores con la frase «al-mulk» (el poder) hallados en la Cuesta de la Vega (partido) y en la Plaza de Oriente (este completo), fechados entre los siglos IX y XI. No es epigrafía arquitectónica ni funcional. No obstante, estas piezas merecen un capítulo aparte dedicado íntegramente al árabe como recurso decorativo. Como ocurre con las monedas que tienen grabada la bismillah o la «shahada» (No hay más Dios que Allah y Mohammed es su mensajero), pero esto ya se encuadra en el ámbito de la numismática.

Museo Arqueológico Regional
Otra cosa distinta son las cerámicas domésticas con tres marcas verticales pintadas a dedo por los alfareros. Simbolizan las tres iniciales del nombre de Allah (alif, lam, lam). Solo falta la última letra (ha). Se aleja de lo decorativo, porque lo que se pretendía era conseguir la bendición de Dios por los alimentos. Y de lo epigráfico, pues no contiene palabra alguna. Pero lo que nadie puede negar es que un rastro más de nuestra madina Mayrit.

Olla con las tres marcas verticales sobre un anafre
Plaza de Oriente (siglo IX al XI)
Museo de San Isidro. Los orígenes de Madrid
(Foto, Rafael Martínez)
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